El título más deseado
River salió a
jugar el partido a lo campeón. Como ese boxeador que sabe que no convenció al
público y encara el último round a matar o morir. Enfrente estaba Quilmes
dirigido por Caruso Lombardi, un hueso duro de roer. Pero no le importó el
rival, lo atacó desde el comienzo sabiendo que si el gol no llegaba en el
primer cuarto de hora se complicaría. Al rato nomás se puso en ventaja y partir
de ahí los Millonarios gestaron el mejor partido del torneo, con lujos y
conquistas de alto vuelo.
La gente colmó
el estadio con ansias de volver a ver a su equipo campeón y acompañó a la banda
a toda orquesta mientras los protagonistas dentro de la cancha exhibían sus
mejores armas, como si un hechizo se hubiera apoderado del monumental
utilizando la pócima más deseada: juego exquisito, goles, la vuelta y una
fiesta inolvidable.
No se equivocó el
ex presidente Daniel Passarella al traer a Ramón, un acierto entre tantos que
tuvo, a pesar del repudio del hincha. No es momento de enumerarlos pero sí de mencionar
este dato que terminó siendo crucial para la resurrección riverplatense.
Incluso casi todo este plantel se conformó durante su gestión.
Ramón Díaz es el
ángel de River, es el técnico por excelencia, la horma de su zapato. Parece que
nadie conoce como él la fórmula de campeón. El hincha infla el pecho con su
presencia, se siente seguro, sabe que tarde o temprano algo va a surgir del equipo si lo dirige el Pelado. Por algo es el más ganador en su rica
historia, y ahora ya indiscutible. Nadie podría esbozar una
queja si se renovara el contrato por diez años.
En un torneo
mediocre River terminó siendo el mejor, lo rubricó en la última gala, se animó,
fue a buscarlo, golpeó y se floreó. Dejó una imagen inmejorable de cara a lo
que viene, es tiempo de Copas, de volver al lugar del que nunca debió irse, el
de los grandes desafíos. Tocó fondo, conoció el barro, salió airoso, se probó
el ‘overol’, no le quedó mal y volvió fortalecido. No cabe duda que el pasado
dejó su huella pero aprendió a batallar, quizás le sirva para entender que no
siempre se puede endulzar el paladar del hincha, a veces hay que resignar
protagonismo en pos del resultado. De visitante es una cosa y de local otra,
mal no le fue.
Volvió River y
siempre es buena noticia para el fútbol argentino. Su gente vivió una fiesta
ejemplar, impensada en estos tiempos para este deporte. Una tarde – noche
memorable que seguramente quedará grabada en su palmarés por significar el
regreso del gigante dormido. Salud campeón!!
Mariano Lagomarsino para DeBrosMedia
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