viernes, 28 de febrero de 2014

SOCIEDAD


                                                    El paro docente





A poco menos de una semana para el comienzo del ciclo lectivo, el Gobierno Nacional, Provincial y porteño no logran un acuerdo con los gremios docentes por los salarios. El conflicto se complicó aún más porque algunas provincias como Santa Fe, Córdoba y San Luis prometieron subas superiores al 30% en forma escalonada durante todo el 2014 mientras que Buenos Aires y la Ciudad Autónoma no ofrecen más del 25%. Es decir que ni siquiera hay consenso interno en los montos a negociar en paritarias.

El Gobierno hace días atrás había amenazado con un decreto que sellaría los acuerdos en un 25% para todo el país, lo que hubiese derivado en un paro general docente. Ante este desenlace el vocero del oficialismo, Jorge Capitanich, decidió junto a los líderes de los sindicatos, otorgar una  prórroga hasta el lunes para negociar el aumento. Lo cierto es que la solución al problema quedó lejana.

Hace más de una década que los conflictos docentes se repiten todos los años, finalmente se firman acuerdos que no terminan de convencer a los gremios  y derivan en paros sorpresivos que interrumpen el ciclo lectivo. Los perjudicados como siempre son los chicos y por ende los padres que deben modificar sus itinerarios habituales.

Si bien es entendible el reclamo de los docentes, molesta bastante que se recurra al paro como medio de protesta. Una falta de respeto para muchos trabajadores que inscriben a sus hijos en escuelas públicas y ganan menos dinero que un maestro. Hay médicos de todas las especialidades, enfermeros o bomberos que tampoco perciben un salario digno pero se deben a la profesión, tienen vocación de servicio, saben a lo que se exponen cuando deciden encarar sus estudios universitarios o terciarios. Ni hablar de la cantidad de profesionales sin trabajo, de los cuales varios aceptarían las condiciones de pago de un docente con tal de ejercer sus funciones.

A esta altura todo aquel que decide estudiar para docente sabe cuáles son las expectativas laborales y también conoce bien las responsabilidades que le competen. Aunque suene algo peyorativo decirlo, si alguien no está preparado para ejercer la docencia con todo lo que eso significa, con gratitudes e injusticias, debe dar un paso al costado. Para seguir adelante se necesita vocación de servicio y es lo único que no debe negociarse.

Por otra parte, el nivel de enseñanza actual deja mucho que desear, se sabe que Argentina tiene uno de los niveles más bajos de Sudamérica en calidad educativa. Como en cualquier trabajo sería coherente primero discutir proyectos de enseñanza superadores y efectivos, obtener resultados satisfactorios, formar futuros estudiantes universitarios y recién después aumentar las pretensiones salariales. Mientras tanto el que perfeccione sus habilidades, el que se capacite y agregue valor a su desempeño también tiene la posibilidad de competir por una vacante en una escuela privada con mejores sueldos y beneficios.

Por supuesto, se entiende, esto no es lo más saludable para el sistema pero es lo que hay y todos los saben. Reitero, son muchos los argentinos por debajo de los seis mil pesos que la luchan todos los días. Guste o no, los chicos no pueden estar sin clases…  


Mariano Lagomarsino para DeBrosMedia

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